La castración
resuelve los problemas de agresividad y calma a los inquietos.
Sí. Es la mayor
mentira que los estadounidenses inventaron y déjenme decirles que han inventado
grandes mentiras sobre las mascotas.
Para que nos
entendamos desde el principio: Los perros que César Millán atiende, están
castrados. Y la gran mayoría, desde cachorros. Aún así, son un problema y
muchos de ellos son agresivos.
La castración
solamente resuelve aquellos problemas de agresividad por exceso de hormona, lo
que equivale a un mínimo porcentaje de todos los casos de agresividad.
La gran mayoría
de las mascotas agresivas son así porque los dueños lo permitieron. El
medioambiente en el que se desarrollaron cultivó esos arrebatos de agresividad,
retroalimentando de manera positiva cada ocasión en que la mascota actuaba
agresivamente.
Con esto, me
refiero a que cuando la mascota se lanzaba a agredir a alguien, el dueño
reaccionaba, corrigiendo de una manera muy leve y regañando. Esto equivale a
prestarle atención y si se desea que un comportamiento se perpetúe, solo basta
prestar atención. El regaño es una forma de atención.
Existen métodos
efectivos para reducir la agresividad, pero entre ellos no está castrar.
También se usa la
castración cuando la mascota tiene años montando a otras mascotas, en celo o
no. Algunos casos no son sexuales, pues el montar también puede ser solo para
dominar. El que monta establece quién manda. Es el equivalente al sujeto que
pone una mano en el cuello o en el hombro de otra persona: Le está diciendo que
él es superior. Y también hay hembras que montan, enteras o castradas, porque
el dominar está en el temperamento intrínseco de un ser, no en sus órganos
sexuales.
Cuando el montar
es verdaderamente sexual, tampoco funciona para eliminar el acto, ya que el
receptor de las hormonas está en el cerebro, no en los testículos. Que ya no
pueda dejar gestante a una hembra, es otra cosa.
Entonces, ¿por
qué los estadounidenses insisten en castrar a todos?
Porque así
intentan controlar la sobrepoblación de mascotas que los está ahogando. Pero
los problemas de conducta no se han reducido a pesar de estar tan difundida la
costumbre de castrar. Es más, han aumentado considerablemente, hasta llegar a
ser la causa número uno por la que la gente se deshace de sus mascotas.
¿Y los Médicos
Veterinarios que recomiendan la castración?
Para reducir
riesgos de otros problemas, funciona parcialmente. Por ejemplo, para reducir la
probabilidad de cáncer de glándula mamaria, si se castra antes del primer celo,
se reduce en más del 90%; si se castra antes del segundo celo, la reducción es
del 80-85%; si se castra después del tercer celo, las probabilidades de cáncer
de glándula mamaria son las mismas que las de aquellas enteras.
Pero sí reduce al
100% las probabilidades de pus en el útero (piometra) en la hembra o de cáncer
testicular en el macho.
Más el Médico
Veterinario debe aclarar que los problemas de comportamiento no se reducen en
lo más mínimo, si eso es lo que se busca con la castración. Si a pesar de ese
conocimiento, desea continuar con el procedimiento, adelante.
Y si no funciona
la castración para resolver problemas de comportamiento, entonces ¿qué
funciona?
Primero, si se va
a hacer de una mascota cuyos padres son de fuerte temperamento, trabaje en el
respeto. Que el cachorro respete cualquier cosa que quiera hacer con él, ya sea
quitarle la comida, sacarle un hueso del hocico, voltearlo, cargarlo, etc., y
no deje de hacerlo porque el cachorro se queja, gruñe o chilla. Así crecerá
respetando a alguien, cuando menos a su dueño, y si lo realiza constante y
adecuadamente, a todos los seres humanos sin menoscabo en su temperamento.
Segundo, si ya
tiene un perro agresivo, adiéstrelo. Cuando menos obtendrá un poco de control
sobre sus respuestas. Y si lo adiestra correctamente, aprenderá diversas
técnicas para distraer la atención y desviar la probable respuesta agresiva
hacia una actividad inofensiva. Eso sí, tenga en cuenta que jamás será 100%
confiable. Siempre tendrá que estar bajo control.
Hay algunas
anécdotas de solución con la castración, pero siempre que se investiga en ello,
se encuentra con que hubo también mucha intervención conductual, de
adiestramiento y de modificación de las circunstancias en las que el caso en
cuestión interactúa con la gente.
Por supuesto,
también existen algunos casos que llegan a un punto fuera de control, para los
que las opciones se limitan a dos: Sacrificarlo o introducirlo en un grupo de
perros que lo dominen y eviten el contacto directo y constante con la gente,
como sucede cuando se envían a un campo, rancho, o como lo hace César Millán,
al meterlo con su grupo de perros, donde lo ponen en cintura y le limitan el
contacto, de modo que se vuelve más dócil con la gente que todo el grupo respeta.
Por lo demás, la
castración para resolver problemas de conducta es una vil mentira.
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